Cada cigarro de cannabis contiene de 30 a 70 miligramos de THC ( tetrahidrocannabinol), una molécula que en las plantas parece tener funciones relacionadas con la defensa frente a insectos y la luz ultravioleta. Pero cuando entra en el torrente sanguíneo, el THC se une a unos receptores cerebrales (los llamados receptores cannabinoides), que inhiben la acción de unas moléculas mensajeras. A través de estos mecanismos, el THC actúa como un psicotrópico, es decir, altera la percepción: tiene un efecto analgésico, altera los sentidos, despierta el apetito y crea una sensación de euforia y calma.
Sin embargo, a corto plazo también provoca pérdida de memoria, aumenta el tiempo de reacción y disminuye la capacidad de coordinación. Además, el cannabis aumenta la probabilidad de caer en una depresión y lleva a algunas personas a sentir miedo, ansiedad o a exacerbar los síntomas derivados de dolencias mentales. Ahora, una investigación realizada por científicos de la Universidad de Maastricht (Holanda) y Sidney (Australia) ha concluido que el THC además abre la puerta a la creación de falsos recuerdos. Sus conclusiones se han publicado esta semana en « PNAS».
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