Las mismas condiciones naturales que llevaron a Colombia a ser un gran productor de flores aplican también para la producción del cannabis: pisos térmicos distintos, agua en abundancia y condiciones de luminosidad y clima que son ideales. Es verdad que en otras latitudes se puede hacer uso de invernaderos, pero los costos se disparan cuando hay que utilizar electricidad para compensar la falta de sol y el frío, propios de aquellos lugares en donde existen estaciones. Así lo reseña el artículo de Ricardo Ávila para El Tiempo.
Por cuenta de esas ventajas asociadas a estar en el trópico, no es de extrañar que haya tenido lugar una especie de ‘fiebre del oro’, consistente en la llegada de decenas de millones de dólares, aparte de los aportes de inversionistas locales, que se la han jugado por la industria del cannabis medicinal. Ahora hay alianzas en pleno desarrollo, tanto en el plano científico como comercial. “El interés es simplemente fenomenal”, afirma el presidente de una de las empresas que opera en el país.
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